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Comentario resuelto de El Quijote

Comentario resuelto de El Quijote

Los Molinos de Viento (fragmento)

Mi primer Quijote, José María Plaza. Ed. Espasa (pág. 48-50)

 

En el paisaje plano de la Mancha aparecieron unos molinos de viento ante sus ojos.

-La suerte va guiando nuestros pasos, y aún más de lo que pudiéramos desear.-¿No ves allí, amigo Sancho, treinta o más gigantes a los que pienso ahora mismo atacar y quitarles la vida?- dijo Don Quijote, y prosiguió --: Buena es la guerra que está al servicio de Dios para arrancar la mala hierba que hay sobre la faz de la tierra...

-¿Qué gigantes?- le interrumpió Sancho Panza.

-Aquellos que ves allí, los de largos brazos.

-Mire, mi señor, que no son gigantes sino molinos, y lo que parecen brazos son las aspas que mueve el viento para mover la piedra y moler el grano.

-Cómo se nota Sancho, que no has leído libros y no sabes de qué va esto de las aventuras de los caballeros andantes: son gigantes, a mí no me engañan, y si tienes miedo, apártate y reza, porque ahora mismo voy a entrar en esta fiera y desigual batalla.

Y azuzó a su caballo que era incapaz de correr. Desesperado por el escaso trote de Rocinante, don Quijote gritaba:

-No huyáis cobardes, que es un solo caballero el que os ataca.

En esos momentos se levantó el viento y los molinos comenzaron a girar en sus aspas, a lo que el valiente jinete exclamó:

-Aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me la habéis de pagar. Y nada más decir esto, y acordándose de su amada Dulcinea, embistió con fiereza al primer molino, cuyas aspas levantaron en el aire al caballo y al caballero.

-Válgame el cielo- llegó Sancho corriendo a socorrer a su señor- ¿No le dije que no eran gigantes sino molinos?

-Calla, amigo Sancho- replicó Don Quijote-, que no sabes nada de la guerra ni de los caballeros andantes. Ha sido el sabio Frestón, el que me robó los libros, quien ha convertido los gigantes en molinos para que me vencieran. Pero de nada valdrán sus hechizos contra el poder de mi espada.

Sancho le ayudó a levantarse le alzó sobre un machacado Rocinante que apenas se sostenía sobre sus cuatro patas, y muy lentamente siguieron avanzado hacia Puerto Lápice...

 

COMENTARIO DE TEXTO

El Quijote (fragmento)

 

1. (CONTEXTO- LOCALIZACIÓN) (OBRA)

El fragmento que vamos a comentar pertenece a El Ingenioso hidalgo don

Quijote de la Mancha, novela publicada en 1605 (AUTOR) por Miguel de Cervantes. (GÉNERO) Es obra que parodia las novelas de caballerías que

tanto éxito tenían en aquella época y que, según Cervantes, tanto daño hacían a sus lectores. (MOVIMIENTO)Aunque su autor es hombre que vive en el Renacimiento, la publicación de esta obra se produce a comienzos del siglo XVII, dentro del movimiento artístico denominado Barroco.

(PEQUEÑO RESUMEN OBRA) Cuenta las aventuras de un hidalgo que, enloquecido por la lectura de novelas de caballería, decide convertirse en caballero andante con ayuda de su fiel escudero Sancho Panza. Después de muchas aventuras y desventuras, el pobre caballero regresa a su aldea derrotado, pero antes de morir recupera la razón y se da cuenta del error cometido. (LOCALIZACIÓN DENTRO DE LA OBRA) Concretamente este fragmento que vamos a comentar pertenece al capítulo VIII de la primera parte.

 

2. (ARGUMENTO)

En él se nos relata la famosa aventura de los molinos. Don Quijote, convencido de que los molinos son gigantes, arremete contra ellos, saliendo mal parado. De nada le valen las advertencias de Sancho, que sí ve que los llamados gigantes no son sino molinos de viento.

 

(TEMA) Cervantes con esta aventura quiere mostrar al lector el

espíritu idealista de don Quijote frente al espíritu realista de Sancho. Don Quijote aparece aquí en su más puro estilo idealista: movido por el convencimiento de que debe hacer el bien(“ésta es buena guerra”), y por el impulso de su amor(“encomendándose a Dulcinea”) y ciego ante una realidad que transforma.

 

3. ESTRUCTURA + 4. FORMA (ESTILO)

 

A. (ESTRUCTURA EXTERNA)

El fragmento narrativo reproduce el diálogo entre Don Quijote y Sancho Panza

ante los molinos de viento. Se trata de un fragmento en el que se alternan los párrafos de carácter narrativo/descriptivo frente a los dialogados que van introducidos por raya -.

 

(ESTILO)En cuanto al estilo, hay que destacar el contraste sobre el que se articula la narración. La antítesis entre la visión de amo y escudero y la evidencia de que éste tiene razón refuerzan el carácter estrafalario del hidalgo y su fracaso final.

B. (ESTRUCTURA INTERNA)

Desde el punto de vista del contenido, este texto se puede dividir en

tres partes:

  • la primera comprende desde el comienzo “en esto...” hasta “desigual batalla”-6º párrafo. Es la presentación del lugar (“campo” con “treinta o cuarenta molinos”, presentación de los personajes (Don Quijote y su escudero Sancho) y, por último, la presentación del conflicto: la confusión entre molinos – gigantes;
  • la segunda abarca desde “y diciendo esto...” hasta “tal fue el golpe que dio con él Rocinante” y en ella se narra el nudo del conflicto, la “batalla” entre caballero y molinos y la consecuente derrota del caballero;
  • y la tercera parte, que va desde “¡Válgame Dios...!” hasta el final. Es la

recriminación de Sancho y la justificación de la derrota por parte de Don Quijote

 

(FORMA + CONTENIDO)

En la primera parte, Don Quijote se siente afortunado (“la ventura va guiando

nuestras cosas”) por encontrar una situación donde demostrar su heroísmo. Está convencido de que hace el bien y de que su batalla “es gran servicio” a Dios. Su estado de confianza le hace utilizar un vocabulario o unas expresiones altisonantes: “desaforados”, “faz”, “acertáramos a desear”. También muestra su expresividad por medio de metáforas, como “mala simiente de la tierra”, para referirse a enemigos. Pero es con uso de la hipérbole como Cervantes consigue acercarse mejor al comportamiento exagerado de Don Quijote (“fiera y desigual batalla” o “leguas” para referirse a brazos largos). Frente a esta visión idealizada y exaltada de la acción que va a emprender, Sancho expresa su extrañeza de manera simple: “¿Qué gigantes?”. Esta simpleza es interpretada por Don Quijote como cobardía (“si tienes miedo, quítate de ahí...”)

En la segunda parte, Don Quijote increpa a los molinos-gigantes y antes

de arremeter contra ellos, se encomienda a su dama Dulcinea. La derrota no se hace esperar. Los golpes recibidos sí que son gigantescos y nada tienen de irreales (“fue rodando muy maltrecho por el campo”). La situación provoca humor en el lector, a la vez que cierta compasión por su estado. El protagonista está enajenado y cree vivir en otra época, de ahí el lenguaje arcaizante que utiliza (“Non fullades, cobardes y viles criaturas...”)

En la tercera parte, Sancho recrimina a Don Quijote su confusión (“¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía...?”). El caballero, tras el golpe, vuelve a ver molinos en lugar de gigantes y busca una doble explicación: primero que “las cosas de la guerra” están sometidas a cambios y segundo que ha sido el sabio Frestón quien le ha cambiado la realidad para quitarle “la gloria del vencimiento”. Don Quijote comienza el capítulo subido a Rocinante y acaba derrotado en el suelo.

 PERSONAJES

Este es uno de los capítulos en que los que se ve más contrastada la personalidad de ambos personajes:

O Don Quijote se muestra idealista, transforma la realidad, le mueve hacer el bien, está loco, se ve especialmente cuando entra en batalla, cree en

Dios y tiene a Dulcinea como verdadera musa de sus hazañas. En su

atrevimiento cree ser valiente.

O Sancho Panza da muestras de tener sentido común y recrimina a su señor su no obediencia. Es el personaje que encarna el realismo. Acusado de cobardía por Don Quijote, prefiere contrariar a su amo antes que aceptar que los molinos son gigantes.

 NARRADOR

Para narrar, Cervantes utiliza en este fragmento el narrador omnisciente (“iba tan puesto en que eran gigantes...” “ni echaba de ver...”) reproduce así los pensamientos del personaje. De esta manera, el lector se aproxima más a la personalidad de los personajes, porque sabe lo que piensan y lo que sienten.

(La novela, sin embargo, es un ejemplo de narrador-editor. Cervantes simula encontrarse unos cartapacios que manda traducir. Es esta una de las grandes

aportaciones de El Quijote a la literatura: las diferentes técnicas narrativas utilizadas por su autor).

 

SOCIEDAD

A partir de los dos personajes que aparecen en este fragmento (amo y escudero) podemos encontrar una de las razones del humor de esta novela. Don Quijote intenta reproducir con Sancho una relación que ya en el siglo XVII ya no se daba. En esta época, la relación feudal señor-vasallo ya había desaparecido. Don Quijote, al ir ataviado con una armadura, hablando como habla y con los valores de los caballeros medievales no hace sino reflejar que es un hombre estrafalario y desfasado porque cree vivir en un modelo social que hace tiempo que ha dejado de existir.

 

(CONCLUSIÓN)

En conclusión, podemos decir que en este fragmento Cervantes se burla de las

novelas de caballería. Todos los planteamientos del supuesto caballero caen por tierra, como él mismo: la guerra, que no es tal; el enriquecimiento, que no consigue; los gigantes que son molinos. Al reproducir el estilo altisonante

de las novelas de caballerías, el autor se está burlando de ellas. Pero la novela es mucho más, porque aparte de criticar un modelo caduco de literatura y de sociedad, el autor está mostrando un rico análisis de la naturaleza humana, con sus miserias pero con sus grandezas. Aunque equivocado, Don Quijote se hace querer por la pureza de sus motivaciones.

 

Sonatina

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril!

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».

COMENTARIO DE TEXTO RESUELTO:

 

            LOCALIZACIÓN: El poema que estamos comentando pertenece a Rubén Darío,  quien fue un poeta nicaragüense, máximo representante del Modernismo literario en lengua española. Tuvo una gran influencia en la poesía del siglo XX . Es llamado príncipe de las letras castellanas. Sus obras más importantes fueron: Azul, Prosas profanas; y Cantos de vida y esperanza. El titulo de este texto es : “Sonatina”, pertenece a la segunda edición de: “Prosas profanas”; y fue escrito en 1896.

 

            TEMA. El deseo de libertad y de amor de una princesa que vive en completa soledad en su lujoso palacio.

 

            RESUMEN. Una princesa está triste, aburrida en su lujoso palacio. Sus criados, el ama y el bufón, tratan de animarla. Sin embargo, su mal no puede ser remediado con su compañía. Anhela ser libre como una golondrina o mariposa, huir de su palacio, que se ha convertido en una cárcel. Sobre todo desea encontrar a alguien que llene sus ansias amorosas. Su hada madrina la consuela al anunciarle que pronto verá su deseo cumplido al encaminarse hacia allí un apuesto príncipe al que querrá.

 

            ESTRUCTURA EXTERNA: Es un texto completo escrito en verso. El poema se divide en estrofas llamadas sextinas integradas por seis versos. Los versos son alejandrinos, por tanto, de arte mayor compuestos que se dividen en dos hemistiquios a consecuencia de la cesura. La rima es consonante y se repite la estructura AABCCB en todas las estrofas. El texto es una descripción poética del estado de soledad de una chica enclaustrada en un palacio lujoso. Encontramos la intervención del hada madrina que se dirige a ella en estilo directo –diálogo.

 

            ESTRUCTURA INTERNA: El poema lo podemos dividir en tres partes:

Primera parte: 1/12. Dos primeras estrofas. Descripción. Una princesa se halla rodeada por su  dueña y por su bufón que intentan distraerla; sin embargo, la chica está triste, suspirosa, pálida y ausente.

Segunda parte: 13/42  Se puede a su vez separar  en dos las especulaciones sobre el ensimismamiento de la princesa:

-13/18 Se cree que piensa en un amante.

-19/42 Se piensa que la princesa desea ser libre como un pájaro o una mariposa para huir del lujo de su palacio que no la satisface y que se ha transformado en una cárcel.

Tercera parte: 43/48 El hada madrina la consuela al anunciarle que pronto llegará un príncipe del que se enamorará.

 

FIGURAS LITERARIAS. Estas son algunas de las figuras literarias. El manejo magistral del lenguaje y el uso de abundantes figuras literarias son característicos de los modernistas.

FIGURA

VERSOS

EJEMPLOS

INTERPRETACIÓN.

ALITERACIÓN

12

La princesa persigue… la libélula vaga de una vaga ilusión

Repetición de los fonemas /b/ y /l/ que reproducen el zumbido del insecto.

PPREGUNTAS

RETÓRICAS.

1

¿Qué tendrá la princesa?

Preguntas que se formulan sin esperar una respuesta

13/18

¿Piensa acaso….?

ANÁFORAS

37 /39

¡Oh, quien… ¡Oh visión…

Se repite la misma interjección.

PARALELISMOS

1 y 4

La princesa está triste… La princesa está pálida

Repetición de la misma estructura sintáctica.

3

Que ha perdido la risa, que ha perdido el color

10

La princesa no ríe, la princesa no siente…

45

En el cinto la espada y en la mano el azor

EPITETOS

15

Rosas fragantes, claros diamantes

Se resaltas cualidades inherentes a esos sustantivos

METÁFORAS

2

Boca de fresa

Labios rojos, frescos, insinuantes…

5

Está mudo el teclado de su clave sonoro

Se refiere a la boca, a la dentadura –teclado de clave (especie de piano). No ríe, está triste.

12

La princesa persigue… la libélula vaga de una vaga ilusión

Los pensamientos de la princesa son tan inconsistentes como lo es el propio insecto y su vuelo.

20…

La princesa quiere ser golondrina, mariposa

La princesa querría ir de un lugar a otro con libertad

22

Ir al solo por la escala luminosa de un rayo

Que el rayo de solo fuera una escala –escalera de cuerda- para salir del palacio

28

La flor de la corte

La princesa.

32, 33

Está presa en sus muros, en sus tules, en la jaula de mármol de su palacio real.

El palacio –junto al lujo del que está rodeada-  donde vive se ha convertido en una prisión.

PERSONIFICACIÓN

6

Y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor

La flor se pone mustia, no se puede desmayar. La flor es la princesa, que de soledad, palidece…

HIPÉRBOLE

35

Palacio… que custodian cien negros con sus cien alabardas

Exageración en cuanto al número de guardianes. Por otra parte, las alabardas –especie de lanzas- serían los barrotes de esa jaula de mármol mencionada anteriormente.

 

CARACTERÍSTICAS DE LA POESÍA MODERNISTA PRESENTES EN ESTE POEMA.

-La soledad y la melancolía son temas recurrentes en la poesía modernista. La protagonista, joven, bella, rica..., sin embargo, está triste, ensimismada.

-Predilección por ambientes exóticos, refinados…, muestra del deseo de huida del presente que consideran anodino y vulgar. El poema está ambientado en el mundo de fantasía de los cuentos infantiles.

-Muestras del gusto refinado y aristocrático que encontramos en el texto son los siguientes elementos: bufones, dueñas, carrozas, pavos reales, halcones, rueda de plata…

-Deseo de huida del presente a espacios alejados, sobre todo de Oriente: referencias a Golconda, China, Ormuz…; pero también del Norte: los nelumbos del Norte.

 

 

 

El Modernismo

Modernismo from hadita10

El Realismo II

El Realismo I

El Realismo i from Bibliojanda

Prerrenacimiento

Tema 4 2ª parte 3º eso from Bibliojanda

El género lírico

El género lírico from Bibliojanda

El Posromanticismo

Rimas de Bécquer

I.
Yo sé un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de este himno
cadencias que el aire dilata en la sombras.

Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.

Pero en vano es luchar; que no hay cifra
capaz de encerrarle, y apenas ¡oh hermosa!
si teniendo en mis manos las tuyas
pudiera, al oído, cantártelo a solas.

II.
Saeta que voladora
cruza arrojada al azar,
y que no sabe dónde
temblando se clavará;

hoja que del árbol seca
arrebata el vendaval,
sin que nadie acierte el surco
donde al polvo volverá;

gigante ola que el viento
riza y empuja en el mar,
y rueda y pasa, y se ignora
qué playa buscando va;

luz que en cercos temblorosos
brilla próxima a expirar
y que no se sabe de ellos
cuál el último será;

eso soy yo que al acaso
cruzo el mundo sin pensar
de dónde vengo ni adónde
mis pasos me llevarán.

IV.
No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira.
Podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían,
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila,
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

IV.
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»!

X.
Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada,
oigo flotando en olas de armonías
rumor de besos y batir de alas,
mis párpados se cierran... ¿Qué sucede?
—¡Es el amor que pasa!

XI.
—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena.
¿A mí me buscas?
                                        —No es a ti, no.
—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro,
puedo brindarte dichas sin fin.
Yo de ternura guardo un tesoro.
¿A mí me llamas?
                                        —No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz.
Soy incorpórea, soy intangible,
no puedo amarte.
                                      —¡Oh ven, ven tú!

XIII.
Tu pupila es azul, y cuando ríes,
su claridad suave me recuerda
el trémulo fulgor de la mañana,
que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul, y cuando lloras,
las trasparentes lágrimas en ella
se me figuran gotas de rocío
sobre una violeta.

Tu pupila es azul, y si en su fondo
como un punto de luz radia una idea,
me parece en el cielo de la tarde
una perdida estrella.

XXI.
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.


XXIII.
Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... yo no sé
qué te diera por un beso.

XXIV.
Dos rojas lenguas de fuego
que, a un mismo tronco enlazadas,
se aproximan, y al besarse
forman una sola llama;

dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;

dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;

dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allá en el cielo
forman una nube blanca;

dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas.

XXX.
Asomaba a sus ojos una lágrima,
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿por qué no lloré yo?

XXXVII
Antes que tú me moriré: escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal.

Antes que tú me moriré; y mi espíritu
en su empeño tenaz
se sentará a las puertas de la muerte,
esperándote allá.

Con las horas los días, con los días
los años volarán,
y a aquella puerta llamarás al cabo...
¿Quién deja de llamar?

Entonces que tu culpa y tus despojos
la tierra guardará,
lavándote en las ondas de la muerte
como en otro Jordán;

allí donde el murmullo de la vida
temblando a morir va,
como la ola que a la playa viene
silenciosa a expirar;

allí donde el sepulcro que se cierra
abre una eternidad,
todo cuanto los dos hemos callado
allí lo hemos de hablar.

XXXVIII.
¡Los suspiros son aire y van al aire!
¡Las lágrimas son agua y van al mar!
Dime, mujer, cuando el amor se olvida
¿sabes tú adónde va?

XLI.
Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
¡tenías que estrellarte o que abatirme!...
¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!...
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder;
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!

XLVI.
Me ha herido recatándose en las sombras,
sellando con un beso su traición.
Los brazos me echó al cuello y por la espalda
partióme a sangre fría el corazón.
Y ella prosigue alegre su camino,
feliz, risueña, impávida. ¿Y por qué?
Porque no brota sangre de la herida,
porque el muerto está en pie.

LII.
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
¡llevadme con vosotras!

Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
arrebatado entre la niebla oscura,
¡llevadme con vosotras!

Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡Tengo miedo de quedarme
con mi dolor a solas!

LIII.
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban 5
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar, 10
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día... 15
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará; 20
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!
LVI
Hoy como ayer, mañana como hoy,
¡y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno
y andar... andar.

Moviéndose a compás como una estúpida
máquina el corazón:
la torpe inteligencia del cerebro
dormida en un rincón.

El alma, que ambiciona un paraíso,
buscándole sin fe;
fatiga sin objeto, ola que rueda
ignorando por qué.

Voz que incesante con el mismo tono
canta el mismo cantar,
gota de agua monótona que cae,
y cae sin cesar.

Así van deslizándose los días
unos de otros en pos,
hoy lo mismo que ayer... y todos ellos
sin gozo ni dolor.

¡Ay! ¡a veces me acuerdo suspirando
del antiguo sufrir!
¡Amargo es el dolor; pero siquiera
padecer es vivir!

LVII.
Este armazón de huesos y pellejo
de pasear una cabeza loca
se halla cansado al fin, y no lo extraño,
pues aunque es la verdad que no soy viejo,

de la parte de vida que me toca
en la vida del mundo, por mi daño
he hecho un uso tal, que juraría
que he condensado un siglo en cada día.

Así, aunque ahora muriera,
no podría decir que no he vivido;
que el sayo, al parecer nuevo por fuera,
conozco que por dentro ha envejecido.

Ha envejecido, sí; ¡pese a mi estrella!
Harto lo dice ya mi afán doliente;
que hay dolor que al pasar su horrible huella
graba en el corazón, si no en la frente.

LXI.
Al ver mis horas de fiebre
e insomnio lentas pasar,
a la orilla de mi lecho,
¿quién se sentará?

Cuando la trémula mano
tienda próximo a expirar,
buscando una mano amiga,
¿quién la estrechará?

Cuando la muerte vidríe
de mis ojos el cristal,
mis párpados aún abiertos,
¿quién los cerrará?

Cuando la campana suene
(si suena en mi funeral),
una oración al oírla,
¿quién murmurará?

Cuando mis pálidos restos
oprima la tierra ya,
sobre la olvidada fosa
¿quién vendrá a llorar?

¿Quién, en fin, al otro día,
cuando el sol vuelva a brillar,
de que pasé por el mundo,
quién se acordará?

LXIII.
Como enjambre de abejas irritadas,
de un obscuro rincón de la memoria
salen a perseguirme los recuerdos
de las pasadas horas.

Yo los quiero ahuyentar. ¡Esfuerzo tan inútil!
Me rodean, me acosan,
y unos tras otros a clavarme vienen
el agudo aguijón que el alma encona.

LXV.
Llegó la noche, y no encontré un asilo,
¡y tuve sed!... mis lágrimas bebí,
¡y tuve hambre! ¡Los hinchados ojos
cerré para morir!

¿Estaba en un desierto? Aunque a mi oído
de las turbas llegaba el ronco hervir,
yo era huérfano y pobre... ¡El mundo estaba
desierto... para mí!

LXVI.
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
de los senderos busca;
las huellas de unos pies ensangrentados
sobre la roca dura,
los despojos de un alma hecha jirones
en las zarzas agudas,
te dirán el camino
que conduce a mi cuna.

¿Adónde voy? El más sombrío y triste
de los páramos cruza,
valle de eternas nieves y de eternas
melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
sin inscripción alguna,
donde habite el olvido,
allí estará mi tumba.

LXIX.
Al brillar un relámpago nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!

La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos;
¡despertar es morir!

LXXXIV.
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.

¡Todo sucederá!
Podrá la muerte
cubrirme con su fúnebre crespón;
pero jamás en mí podrá apagarse
la llama de tu amor.

El Romanticismo

El teatro en el Barroco. Tema 10

Carmen, Encarna, Moisés e Isabel. 3º B

La novela en el Barroco. Tema 8

Teresa y Mª del Mar, 3º A.

Poesía de Lorca

La monja gitana

Silencio de cal y mirto.
Malvas en las hierbas finas.
La monja borda alhelíes
sobre una tela pajiza.
Vuelan en la araña gris
siete pájaros del prisma.
La iglesia gruñe a lo lejos
como un oso panza arriba.
¡Que bien borda! ¡Con qué gracia!
Sobre la tela pajiza
ella quisiera bordar
flores de su fantasía.
¡Qué girasol! ¡Qué magnolia
de lentejuelas y cintas!
¡Qué azafranes y qué lunas,
en el mantel de la misa!
Cinco toronjas se endulzan
en la cercana cocina.
Las cinco llagas de Cristo
cortadas en Almería.
Por los ojos de la monja
galopan dos caballistas.
Un rumor último y sordo
le despega la camisa,
y al mirar nubes y montes
en las yertas lejanías,
se quiebra su corazón
de azúcar y yerbaluisa.
¡Oh, qué llanura empinada
con veinte soles arriba!
¡Qué ríos puestos de pie
vislumbra su fantasía!
Pero sigue con sus flores,
mientras que de pie, en la brisa,
la luz juega el ajedrez
alto de la celosía.

ROMANCE SONÁMBULO

A Gloria Giner
y a Fernando de los Ríos

Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.

              *

Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.

              *

Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.

              *

Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.

              *

Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!

              *

Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche su puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos,
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.

PRECIOSA Y EL AIRE

A Dámaso Alonso

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene
por un anfibio sendero
de cristales y laureles.
El silencio sin estrellas,
huyendo del sonsonete,
cae donde el mar bate y canta
su noche llena de peces.
En los picos de la sierra
los carabineros duermen
guardando las blancas torres
donde viven los ingleses.
Y los gitanos del agua
levantan por distraerse,
glorietas de caracolas
y ramas de pino verde.

          *

Su luna de pergamino
Preciosa tocando viene.
Al verla se ha levantado
el viento que nunca duerme.
San Cristobalón desnudo,
lleno de lenguas celestes,
mira la niña tocando
una dulce gaita ausente.

Niña, deja que levante
tu vestido para verte.
Abre en mis dedos antiguos
la rosa azul de tu vientre.

          *

Preciosa tira el pandero
y corre sin detenerse.
El viento-hombrón la persigue
con una espada caliente.

Frunce su rumor el mar.
Los olivos palidecen.
Cantan las flautas de umbría
y el liso gong de la nieve.

¡Preciosa, corre, Preciosa,
que te coge el viento verde!
¡Preciosa, corre, Preciosa!
¡Míralo por dónde viene!
Sátiro de estrellas bajas
con sus lenguas relucientes.

          *

Preciosa, llena de miedo,
entra en la casa que tiene,
más arriba de los pinos,
el cónsul de los ingleses.

Asustados por los gritos
tres carabineros vienen,
sus negras capas ceñidas
y los gorros en las sienes.

El inglés da a la gitana
un vaso de tibia leche,
y una copa de ginebra
que Preciosa no se bebe.

Y mientras cuenta, llorando,
su aventura a aquella gente,
en las tejas de pizarra
el viento, furioso, muerde.

DOS MUCHACHAS

A MÁXIMO QUIJANO

  LA LOLA

Bajo el naranjo, lava
pañales de algodón.
Tiene verdes los ojos
y violeta la voz.

¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!

El agua de la acequia
iba llena de sol,
en el olivarito
cantaba un gorrión.

¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!

Luego cuando la Lola
gaste todo el jabón,
vendrán los torerillos.

¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!

Amparo

Amparo,
¡qué sola estás en tu casa
vestida de blanco!

(Ecuador entre el jazmín
y el nardo.)

Oyes los maravillosos
surtidores de tu patio,
y el débil trino amarillo
del canario.

Por la tarde ves temblar
los cipreses con los pájaros,
mientras bordas lentamente
letras sobre el cañamazo.

La soltera en misa

Bajo el Moisés del incienso,
adormecida.

Ojos de toro te miraban.
Tu rosario llovía.

Con ese traje de profunda seda,
no te muevas, Virginia.

Da los negros melones de tus pechos
al rumor de la misa.

Canción del mariquita

El mariquita se peina
en su peinador de seda.

Los vecinos se sonríen
en sus ventanas postreras.

El mariquita organiza
los bucles de su cabeza.

Por los patios gritan loros,
surtidores de planetas.

El mariquita se adorna
con un jazmín sinvergüenza.

La tarde se pone extraña
de peines y enredaderas.

El escándalo temblaba
rayado como una cebra.

¡Los mariquitas del Sur
cantan en las azoteas!

Elegía

Como un incensario lleno de deseos,
pasas en la tarde luminosa y clara
con la carne oscura de nardo marchito
y el sexo potente sobre tu mirada.

Llevas en la boca tu melancolía
de pureza muerta, y en la dionisíaca
copa de tu vientre la araña que teje
el velo infecundo que cubre la entraña
nunca florecida con las vivas rosas
fruto de los besos.

En tus manos blancas
llevas la madeja de tus ilusiones,
muertas para siempre, y sobre tu alma
la pasión hambrienta de besos de fuego
y tu amor de madre que sueña lejanas
visiones de cunas en ambientes quietos,
hilando en los labios lo azul de la nana.

Como Ceres dieras tus espigas de oro
si el amor dormido tu cuerpo tocara,
y como la virgen María pudieras brotar
de tus senos otra vía láctea.

Te marchitarás como la magnolia.
Nadie besará tus muslos de brasa.
Ni a tu cabellera llegarán los dedos
que la pulsen como
las cuerdas de un arpa.

¡Oh mujer potente de ébano y de nardo!
cuyo aliento tiene blancor de biznagas.
Venus del mantón de Manila que sabe
del vino de Málaga y de la guitarra.

¡Oh cisne moreno! cuyo lago tiene
lotos de saetas, olas de naranjas
y espumas de rojos claveles que aroman
los niños marchitos que hay bajo sus alas.

Nadie te fecunda. Mártir andaluza,
tus besos debieron ser bajo una parra
plenos del silencio que tiene la noche
y del ritmo turbio del agua estancada.

Pero tus ojeras se van agrandando
y tu pelo negro va siendo de plata;
tus senos resbalan escanciando aromas
y empieza a curvarse tu espléndida espalda.

¡Oh mujer esbelta, maternal y ardiente!
Virgen dolorosa que tiene clavadas
todas las estrellas del cielo profundo
en su corazón ya sin esperanza.

Eres el espejo de una Andalucía
que sufre pasiones gigantes y calla,
pasiones mecidas por los abanicos
y por las mantillas sobre las gargantas
que tienen temblores de sangre, de nieve,
y arañazos rojos hechos por miradas.

Te vas por la niebla del otoño, virgen
como Inés, Cecilia, y la dulce Clara,
siendo una bacante que hubiera danzado
de pámpanos verdes y vid coronada.

La tristeza inmensa que flota en tus ojos
nos dice tu vida rota y fracasada,
la monotonía de tu ambiente pobre
viendo pasar gente desde tu ventana,
oyendo la lluvia sobre la amargura
que tiene la vieja calle provinciana,
mientras que a lo lejos suenan los clamores
turbios y confusos de unas campanadas.

Mas en vano escuchaste los acentos del aire.
Nunca llegó a tus oídos la dulce serenata.
Detrás de tus cristales aún miras anhelante.
¡Qué tristeza tan honda tendrás dentro del alma
al sentir en el pecho ya cansado y exhausto
la pasión de una niña recién enamorada!

Tu cuerpo irá a la tumba
intacto de emociones.
Sobre la oscura tierra
brotará una alborada.
De tus ojos saldrán dos claveles sangrientos
y de tus senos, rosas como la nieve blancas.
Pero tu gran tristeza se irá con las estrellas,
como otra estrella digna de herirlas y eclipsarlas.

El Madrid de Alatriste

POESÍA DEL BARROCO

LOPE DE VEGA

 

Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y aun parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.

A UNA CALAVERA

                  XLIII

Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.

Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos,
aquí los ojos de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo.

Aquí la estimativa en que tenía
el principio de todo el movimiento,
aquí de las potencias la armonía.

¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!,
¿dónde tan alta presunción vivía,
desprecian los gusanos aposento?

______________________________

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

 

FRANCISCO DE QUEVEDO

 

  Miré los muros
 
 
  Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
 
  Salíme al campo: vi que el sol bebía          5
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
 
  Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,             10
mi báculo más corvo y menos fuerte.
 
  Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

 

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

__________________________

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¿Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

 

PRONUNCIA CON SUS NOMBRES LOS TRASTOS Y MISERIAS DE LA VIDA

La vida empieza en lágrimas y caca,
Luego viene la mu, con mama y coco,
Síguense las viruelas, baba y moco,
Y luego llega el trompo y la matraca.

En creciendo, la amiga y la sonsaca,
Con ella embiste el apetito loco,
En subiendo a mancebo, todo es poco,
Y después la intención peca en bellaca.

Llega a ser hombre, y todo lo trabuca,
Soltero sigue toda Perendeca,
Casado se convierte en mala cuca.

Viejo encanece, arrúgase y se seca,
Llega la muerte, todo lo bazuca,
Y lo que deja paga, y lo que peca.

A Apolo siguiendo a Dafne

Bermejazo platero de las cumbres,
a cuya luz se espulga la canalla:
la ninfa Dafne, que se afufa y calla,
si la quieres gozar, paga y no alumbres.

Si quieres ahorrar de pesadumbres,
ojo del cielo, trata de compralla:
en confites gastó Marte la malla,
y la espada en pasteles y en azumbres.

Volvióse en bolsa Júpiter severo;
levantóse las faldas la doncella
por recogerle en lluvia de dinero.

Astucia fue de alguna dueña estrella,
que de estrella sin dueña no lo infiero:
Febo, pues eres sol, sírvete de ella.

 

A Dafne, huyendo de Apolo

"Tras vos, un alquimista va corriendo,
Dafne, que llaman Sol, ¿y vos tan cruda?
Vos os volvéis murciégalo sin duda,
pues vais del Sol y de la luz huyendo.

Él os quiere gozar, a lo que entiendo,
si os coge en esta selva tosca y ruda:
su aljaba suena, está su bolsa muda;
el perro, pues no ladra, está muriendo.

Buhonero de signos y planetas,
viene haciendo ademanes y figuras,
cargado de bochornos y cometas."

Esto la dije; y en cortezas duras
de laurel se ingirió contra sus tretas,
y, en escabeche, el Sol se quedó a escuras.

  A UN HOMBRE DE GRAN NARIZ

Érase un hombre a una nariz pegado,
Érase una nariz superlativa,
Érase una alquitara medio viva,
Érase un peje espada mal barbado;

Era un reloj de sol mal encarado.
Érase un elefante boca arriba,
Érase una nariz sayón y escriba,
Un Ovidio Nasón mal narigado.

Érase el espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egito,
Los doce tribus de narices era;

Érase un naricísimo infinito,
Frisón archinariz, caratulera,
Sabañón garrafal morado y frito.

SONETO

Yo te untaré mis obras con tocino
porque no me las muerdas, Gongorilla,
perro de los ingenios de Castilla,
docto en pullas, cual mozo de camino;

Apenas hombre, sacerdote indino,
que aprendiste sin cristus la cartilla;
chocarrero de Córdoba y Sevilla,
y en la Corte bufón a lo divino.

¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?

No escribas versos más, por vida mía;
aunque aquesto de escribas se te pega,
por tener de sayón la rebeldía.

PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

 

LUIS DE GÓNGORA

La dulce boca que a gustar convida
Un humor entre perlas distilado,
Y a no invidiar aquel licor sagrado
Que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

Amantes, no toquéis, si queréis vida;
Porque entre un labio y otro colorado
Amor está, de su veneno armado,
Cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que a la Aurora
Diréis que, aljofaradas y olorosas
Se le cayeron del purpúreo seno;

Manzanas son de Tántalo, y no rosas,
Que pronto huyen del que incitan hora
Y sólo del Amor queda el veneno.

Ándeme yo caliente
  Y ríase la gente.

 Traten otros del gobierno
Del mundo y sus monarquías,
Mientras gobiernan mis días
Mantequillas y pan tierno,
Y las mañanas de invierno
Naranjada y aguardiente,
  Y ríase la gente.

 Coma en dorada vajilla
El príncipe mil cuidados,
Cómo píldoras dorados;
Que yo en mi pobre mesilla
Quiero más una morcilla
Que en el asador reviente,
  Y ríase la gente.

 Cuando cubra las montañas
De blanca nieve el enero,
Tenga yo lleno el brasero
De bellotas y castañas,
Y quien las dulces patrañas
Del Rey que rabió me cuente,
  Y ríase la gente.

 Busque muy en hora buena
El mercader nuevos soles;
Yo conchas y caracoles
Entre la menuda arena,
Escuchando a Filomena
Sobre el chopo de la fuente,
  Y ríase la gente.

 Pase a media noche el mar,
Y arda en amorosa llama
Leandro por ver a su Dama;
Que yo más quiero pasar
Del golfo de mi lagar
La blanca o roja corriente,
  Y ríase la gente.

 Pues Amor es tan cruel,
Que de Píramo y su amada
Hace tálamo una espada,
Do se junten ella y él,
Sea mi Tisbe un pastel,
Y la espada sea mi diente,
  Y ríase la gente

FÁBULA DE POLIFEMO Y GALATEA

Al Conde de Niebla

Estas que me dictó, rimas sonoras,
Culta sí aunque bucólica Talía,
Oh excelso Conde, en las purpúreas horas
Que es rosas la alba y rosicler el día,
Ahora que de luz tu niebla doras,
Escucha, al son de la zampoña mía,
Si ya los muros no te ven de Huelva
Peinar el viento, fatigar la selva.

Templado pula en la maestra mano
El generoso pájaro su pluma,
O tan mudo en la alcándara, que en vano
Aun desmentir el cascabel presuma;
Tascando haga el freno de oro cano
Del caballo andaluz la ociosa espuma;
Gima el lebrel en el cordón de seda,
Y al cuerno al fin la cítara suceda.

Treguas al ejercicio sean robusto,
Ocio atento, silencio dulce, en cuanto
Debajo escuchas de dosel augusto
Del músico jayán el fiero canto.
Alterna con las Musas hoy el gusto,
Que si la mía puede ofrecer tanto
Clarín —y de la Fama no segundo—,
Tu nombre oirán los términos del mundo.

                              I

Donde espumoso el mar sicilïano
El pie argenta de plata al Lilibeo,
Bóveda o de las fraguas de Vulcano
O tumba de los huesos de Tifeo,
Pálidas señas cenizoso un llano,
Cuando no del sacrílego deseo,
Del duro oficio da. Allí una alta roca
Mordaza es a una gruta de su boca.

Guarnición tosca de este escollo duro
Troncos robustos son, a cuya greña
Menos luz debe, menos aire puro
La caverna profunda, que a la peña;
Caliginoso lecho, el seno obscuro
Ser de la negra noche nos lo enseña
Infame turba de nocturnas aves,
Gimiendo tristes y volando graves. (…)

Poesía del Renacimiento

GARCILASO DE LA VEGA

SONETO I

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y mas he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte,
pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

SONETO V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.

SONETO X

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
Juntas estáis en la memoria mía,
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas que en tanto bien por vos me vía,
que me habiáis de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes, porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

SONETO XI

Hermosas ninfas, que, en el río metidas,
contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
y en columnas de vidrio sostenidas;

agora estéis labrando embebecidas
o tejiendo las telas delicadas,
agora unas con otras apartadas
contándoos los amores y las vidas:

dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme,
y no os detendréis mucho según ando,

que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá despacio consolarme.

 

SONETO XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

SONETO XXIII

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

SONETO XXVI

Echado está por tierra el fundamento
que mi vivir cansado sostenía.
¡Oh cuánto bien se acaba en solo un día!
¡Oh cuántas esperanzas lleva el viento!

¡Oh cuán ocioso está mi pensamiento
cuando se ocupa en bien de cosa mía!
A mi esperanza, así como a baldía,
mil veces la castiga mi tormento.

Las más veces me entrego, otras resisto
con tal furor, con una fuerza nueva,
que un monte puesto encima rompería.

Aquéste es el deseo que me lleva,
a que desee tornar a ver un día
a quien fuera mejor nunca haber visto.

Égloga III (fragmento)

Cerca del Tajo, en soledad amena,
de verdes sauces hay una espesura
toda de hiedra revestida y llena,
que por el tronco va hasta el altura
y así la teje arriba y encadena
que el sol no halla paso a la verdura;
el agua baña el prado con sonido,
alegrando la vista y el oído.

Con tanta mansedumbre el cristalino
Tajo en aquella parte caminaba
que pudieran los ojos el camino
determinar apenas que llevaba.
Peinando sus cabellos de oro fino,
una ninfa del agua do moraba,
la cabeza sacó, y el prado ameno
vido de flores y de sombras lleno.

FRAY LUIS DE LEÓN

 

Qué descansada vida
la del que huye del mundanal ruïdo,
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido;

 Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado,
ni del dorado techo
se admira, fabricado
del sabio Moro, en jaspe sustentado!

 No cura si la fama
canta con voz su nombre pregonera,
ni cura si encarama
la lengua lisonjera
lo que condena la verdad sincera.

 ¿Qué presta a mi contento
si soy del vano dedo señalado;
si, en busca deste viento,
ando desalentado
con ansias vivas, con mortal cuidado?

 ¡Oh monte, oh fuente, oh río,!
¡Oh secreto seguro, deleitoso!
Roto casi el navío,
a vuestro almo reposo
huyo de aqueste mar tempestuoso.

 Un no rompido sueño,
un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver el ceño
vanamente severo
de a quien la sangre ensalza o el dinero.

 Despiértenme las aves
con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
de que es siempre seguido
el que al ajeno arbitrio está atenido.

 Vivir quiero conmigo,
gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.

 Del monte en la ladera,
por mi mano plantado tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.

 Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura,
desde la cumbre airosa
una fontana pura
hasta llegar corriendo se apresura.

 Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo,
el suelo de pasada
de verdura vistiendo
y con diversas flores va esparciendo.

 El aire del huerto orea
y ofrece mil olores al sentido;
los árboles menea
con un manso ruïdo
que del oro y del cetro pone olvido.

 Téngase su tesoro
los que de un falso leño se confían;
no es mío ver el lloro
de los que desconfían
cuando el cierzo y el ábrego porfían.

 La combatida antena
cruje, y en ciega noche el claro día
se torna, al cielo suena
confusa vocería,
y la mar enriquecen a porfía.

 A mí una pobrecilla
mesa de amable paz bien abastada
me basta, y la vajilla,
de fino oro labrada
sea de quien la mar no teme airada.

 Y mientras miserable-
mente se están los otros abrazando
con sed insacïable
del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.

 A la sombra tendido,
de hiedra y lauro eterno coronado,
puesto el atento oído
al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.

SAN JUAN DE LA CRUZ

 

En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.                     5
 
  A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.                     10
 
  En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía                              
sino la que en el corazón ardía.                 15
 
  Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.                    20
 
  ¡Oh noche que me guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!                  25
 
  En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.               30
 
  El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.                  35
 
  Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado.                    

Mester de clerecía

Trabajo realizado por Nazaret, Alejandro, Guillermo y Natalia 3º B

Mester de juglaría

Mester de juglaría

Mester de juglaría significa oficio de juglares. Son un conjunto de poemas épicos de los siglos XII y XIII llamados cantares de gesta, que se difundieron a través de los juglares. La finalidad de estos cantares es dar a conocer la figura del héroe en tiempos de la reconquista de los territorios de los musulmanes. También tenían los objetivos de entretener y divertir al público.

        

          Características de estos cantares:

–                   Libertad de metro y rima. Su métrica es irregular. Estos poemas están escritos en un tipo de estrofa  llamado tirada épica.

–                   El lenguaje es espontáneo y accesible para lograr con ello la complicidad del auditorio.

–                   Emplean fórmulas junglarescas que rellenan los versos y ayudan a  la memorización.

–                   Se incluye el diálogo directo de los personajes intercalado en el discurso del narrador. El lenguaje es rico y las descripciones son vivas y plásticas.

 

          Muy pocos cantares de gesta hay conservados. Debido a su transmisión oral. Entre ellos está el Poema de Mio Cid, del XII;  Mocedades de Rodrigo, del siglo XIV, en unos versos del Cantar de Roncesvalles.

El poema de Mio Cid

         Es el más antiguo de los cantares de gesta narra las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, sobre él se fundaron muchas leyendas.

         Se compuso en el siglo XII (1207) y el autor es anónimo por lo que se divulgaron varias ideas sobre un posible autor. La historia nos llegó en un manuscrito en el que falta la primera página.

 

         El poema se divide en tres partes:

  • Cantar del destierro:El Cid es desterrado por el rey Alfonso VI. El héroe se va con sus mejores soldados va participando en gestas bélicas para poder volver.
  • Cantar de la bodas:El Cid conquista Valencia y casa a sus hijas con los infantes de Carrión. Así el Cid empieza a recuperar su honra.
  • Cantar de la afrenta de Corpes:Los infantes de Carrión eran cobardes y por esto deciden vengarse de las hijas del Cid maltratándolas. El Cid se venga de los infantes y las hijas se casan con los infantes de Navarra y de Aragón

        

         El poema destaca los valores más grandes del señor: valiente, justo, fiel...

El conflicto general es la deshonra del Cid, porque el rey Alfonso VI lo destierra, a partir de ese momento el Cid se empeña en recuperar su honor y ganar territorios. El rey lo readmite en Castilla.

         El Poema de Mio Cid tiene todas las características de una obra juglaresca:

  • Compuesta en tiradas épicas.
  • Lenguaje claro y con sobriedad. Predomina el dialogo y fórmulas juglarescas.
  • Historias jugosas con personajes vivos y reales y sentido del humor.

José Luis, José Javier, José Antonio y Antonio 3ºA

El Mester de clerecía

El mester de clerecía es la labor de los autores cultos que comienzan a componer sus obras en el siglo XIII.

Características:
Temas eruditos.
Lenguaje cuidado.
Mayor rigor formal.
Elección de la cuaderna vía.

La cuaderna vía es la estrofa que utilizan, de origen francés, se trata de una combinación de 4 versos.
Una de sus obras mas representativas es el Libro de Alexandre.
Los autores de la clerecía, eran hombres cultos, inspirados en la tradición clásica...
Su lenguaje es cuidado y culto, en una lengua romance. El lenguaje era fluido, natural y cercano al pueblo.

Sus obras principales:
Milagros de nuestra señora (siglo XII).
El libro de buen amor (siglo XIV).
Las obras del Canciller Ayala (siglo XIV).
Obras anónimas.

6.1. Gonzalo de Berceo. Milagros de nuestra señora.
Es nuestro primer poeta de nombre conocido. Nació en La Rioja y su labor se desarrolló en los monasterios. Su obra más famosa es Milagros de Nuestra Señora.
Se compone de 25 narraciones en verso, 911 estrofas escritas en cuaderna vía. Casi ninguno es original.
Berceo adaptará a su estilo y a sus propósitos un conjunto de leyendas escritas en latín que circulaban por Europa.
Su obra se caracteriza por su carácter didáctico. Esto le llevará a escribir historias de la vida cotidiana. A veces utiliza fórmulas  propias de los juglares.
Muchas de las obras de Berceo tienen una clara función propagandística.

6.2. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita. Libro de buen amor.

Autor nacido a finales del siglo XIII. Solo conocemos su cargo eclesiástico y que formó parte de tribunales que juzgaban a clérigos de vida relajada. Su única obra fue el Libro de buen amor.

Comienza con un prólogo en el que se defiende la intención. Juan Ruiz afirma que el objetivo de la obra es didáctico y moralizante: censurar el loco amor (el amor humano) frente al amor de dios (el buen amor). 
Después se desarrolla el argumento principal. El protagonista cuenta en primera persona y con un tono burlesco una sucesión de episodios amorosos. Se incluyen fábulas, apólogos, serranas, poemas a la virgen, etc. La obra también contiene una crítica a la sociedad de la época. 

En cuanto al estilo, se utiliza la primera persona, recursos retóricos (paralelismos, comparaciones, interrogaciones retóricas o la ironía), elementos juglarescos, que lo acercan al lenguaje popular (refranes, dichos o terminos de la vida cotidiana)...

La obra está escrita en cuaderna vía en casi su totalidad, aunque se utilicen otras estrofas en poemas como las serranas o los poemas dedicados a la virgen.

Mª del Mar y Adrián 3ºA

La prosa medieval. Alfonso X el Sabio y Don Juan Manuel

La prosa medieval. Alfonso X el Sabio y Don Juan Manuel

 

         Los primeros textos escritos en romance son las glosas. (Se trata de aclaraciones que hacían en los márgenes de los libros escritos en latín ante palabras que eran desconocidas en la lengua oral). No poseen carácter literario. Estas glosas datan del siglo X. Las más conocidas son las glosas emilianenses, halladas en el monasterio de San Millán de la Cogolla, y las glosas silenses pertenecientes al monasterio de Santo Domingo de Silos.

         Las primeras manifestaciones de obras literarias en prosa son las traducciones que hicieron al castellano de colecciones de apólogos y cuentos de origen oriental (el Sendebar o el Calima e Dimna ).

        

         Alfonso X logró dar al castellano, por primera vez la dignidad de lengua oficial frente al latín. La Escuela de Traductores de Toledo tuvo un papel fundamental en la labor de este rey, que pretendía recoger todo el saber de su época.

         La producción de Alfonso X abarca obras jurídicas: Las siete partidas, Libro del saber de la astronomía, Historia de España; Grande y general historia, Libro del ajedrez, dados y tablas ).

         Don Juan Manuel, sobrino de Alfonso X el Sabio nació a finales del siglo XIII. Es el primer escritor español con conciencia de autor y que se preocupa por el modo de transmisión y conservación de sus escritos. Escribió en prosa varias obras entre las que sobresale: El Conde Lucanor.

         El Conde Lucanor es una obra didáctica en la que destaca el primero de sus cinco libros, compuesto por cincuenta y un cuentos que Patronio, ayo del joven conde, le relata para ilustrar los problemas que el noble plantea. La estructura siempre es la misma:

             -Planteamiento de problema por el conde y petición del consejo.

             -Patronio le relata un cuento que sirve de ejemplo y solución.

             -Interviene el autor aportando un pareado a modo de moraleja.

         Durante toda la obra se observa un estilo claro y un afán didáctico. Don Juan Manuel dio un gran impulso a la prosa castellana con la claridad y la sencillez de su estilo y el enriquecimiento del vocabulario.

         Muchos de los cuentos que escribe Don Juan Manuel tienen su fuente de inspiración en los apólogos ya citados.

Moisés e Ismael 3ºB